Hay quienes son expertas en convertir en oro todo lo que tocan, oro entendido a una percha espectacular, logrando convertir aquel básico sencillo en algo casi exclusivo. Y al mismo tiempo hay quienes tienen el don contrario. Rebajar cualquier marca por más exclusiva y de lujo que sea en algo corriente y hasta vulgar. Rihanna es de las segundas. Ya vista de Prada, de Chanel o de Christopher Kane ella lo convierte en marcas que incluso dejarías de desear ponerte.
Pese a que a mí me mole el estilo de Rihanna, por ir a su aíre, por dejar de ser la niña mona y prefabricada que el resto de artistas juegan a ser, sus apariciones sobre la alfombra roja distan mucho de las grandes firmas que la visten. El look más reciente ha sido en el front row de la Alta Costura de Chanel.
La palabra comedida no entra en su vocabulario. Apareció igual de provocativa que siempre, convirtiendo un maxi vestido, heredado de la mezcla entre un maxicardigan y una fina bata de estar en casa, en su única capa. Muy del estilo de compradora de Chanel prototipo.
Antes de eso, gracias a su activo Instagram, la vimos en un más que provocativo look en blanco de Kokon To Zai para salir de fiesta. ¿Las transparencias? Queda ya poco que esconder para Rihanna. La moda de lucir la lencería no va con ella.
También logró convertir un conjunto compuesto por un top negro de T by Alexander Wang y una falda de tubo de Prada en un estilismo tan poco aparente que si nadie recuerda las flores que presentó Miuccia Prada pocos podrían pensar que esa falda fuese de la firma italiana.
El poder y la influencia de Rihanna es incuestionable. Ninguna marca se resiste a ello, así que dudo mucho que un día ocurra lo mismo que con Mike ‘The Situation’ Sorrentino (de Jersey Shore) y Abercrombie, firma que ofreció un contrato al showman para que no vistiese su ropa porque dañaba la imagen de la marca. O sí…
Fotos | GTres
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