Alegre, amable y humilde. Características que da gusto seguir encontrando en profesionales del mundo de la moda. “Es algo muy bonito, sobre todo porque le he hecho un favor a una buenísima e íntima amiga”, con eso es con lo que se queda Lorenzo Caprile al hablar sobre el vestido de novia que ha realizado para la película ‘El Lobo de Wall Street‘. Su amistad desde hace años con la profesional Sandy Powell, encargada del diseño de la película de Scorsese y con tres Oscar en sus estanterías, acabó convertida en un vestido de novia noventero en un viaje exprés para vestir a Margot Robbie. Casualidades y sinergias entre el cine y la moda con una parada previa en el Rastro de Madrid que nos cuenta Lorenzo Caprile en esta entrevista.
¿Cómo surgió la oportunidad de diseñar el vestido de novia para Scorsese?
Es un favor entre amigos. Sandy Powell es una amiga mía. Yo sabía que estaba con la película de ‘El Lobo de Wall Street’ entre manos. Hablamos con frecuencia, un día se desahogó, no sabía cómo rematar el traje de novia y ahí es cuando le dije: “Sandy dime qué hay que hacer y te lo hago yo”.
¿No había algún compromiso con otra firma para este tipo de vestido?
En este caso no. Había un compromiso bastante serio y firme con Armani. Que sí ha proporcionado los trajes para la película, además de casar muy bien con el contexto: una película de hombres en los 90 repleta de trajes. Además Scorsese con Armani tiene muchísima amistad.
¿Te inspiraste en algún estilo para el diseño?
Con Sandy me estuve intercambiando emails, preferencias y gustos para el diseño. Ambos intercambiábamos ideas. Ella me pasó varias fotos, me guió para un cierto estilo. Es una mujer que se prepara muchísimo los trabajos. No obstante ella tiene tres Oscar, sabe lo que hace.
Yo había visto unas telas, unos materiales en el Rastro de Madrid que podrían servir y al final en el intercambio de emails surgió el vestido.
¿Cómo definirías tú el vestido de novia de la película?
Muy de la época, es muy noventero. La casualidad es que yo comencé en esos años. Yo empecé en el año 93 y la boda se celebra en una fecha aproximada. Son trajes con esta especie de corpiños que acababan en punta, muy ceñidos al cuerpo, con escotes que empezaron a verse a ver en los trajes de novia, muy voluminosos, muy de princesa. Encaja muy bien en el personaje, tanto de él como el de la actriz protagonista, que interpreta a una niña “nueva rica”, muy fashion y muy sexy.
¿Qué fue lo más complejo a la hora de realizar el diseño?
Tampoco hablamos de diseño o creación. Fue más seguir las instrucciones de Sandy, que además su idea está inspirada en los trajes de novia de aquella época por lo que tampoco hablaríamos de algo original.
Lo más complicado fue el tiempo de margen con el cual se tuvo que hacer. Fue un tiempo récord. Tuvimos menos de una semana para hacerlo. Yo mismo lo llevé personalmente en el maletón a Estados Unidos.
¿Cuánto suele tardar de media para diseñar un vestido de novia?
En las clientas normales es distinto. Las distintas pruebas, muchas no viven en Madrid… tienes que acoplarte a sus horarios y disponibilidad. Un traje de novia, si te pones tres personas como nos pusimos con este, a trabajar al máximo, en una semana sale. En cinco días de ocho horas se logra.
En LOC y en esta entrevista cuentas que cogiste un vestido en el Rastro para usarlo.
Sí, para los materiales del cuerpo, en este tema sí que ha cambiado mucho la moda. En otras cosas no, porque el volumen se vuelve a llevar ahora, el tipo de cuerpos ajustados y los escotes también siguen gustando. En los materiales es donde está la diferencia. El tipo de guipures, de encajes más gordos, con perlas, que es muy de finales de los 80 y principios de los 90, es algo que no se encuentra fácil.
Un domingo me patee el Rastro y compré un par de trajes horrorosos de poliéster y los desmontamos para aprovechar todos los bordados.
¿El diseño del vestido de novia estaba pensado para el personaje más que para Margot Robbie?
En este caso no estábamos vistiendo a Margot [Robbie] sino al personaje, como quería Sandy. Ella tenía claro que el personaje tenía que casarse con ese tipo de vestido. Yo a Margot ni la vi. Me mandaron las medidas por email y cuando entregué el traje yo se lo probé a su doble. A Margot no la conocí. Ella no pudo venir a Madrid, claro y cuando entregué el traje no la vi porque estaba rodando en Nueva Zelanda. A la doble le quedaba fenomenal y luego cuando Margot se lo pudo probar Sandy me dijo que también le sentaba igual.
¿Qué diferencias más notables ves entre el tipo de diseño de la película y lo que las novias buscan ahora mismo?
Aunque ahora vuelve el volumen, no es tan exagerado como el de entonces. Los corpiños tan evidentes terminados en punta por delante ya casi no se lleva. Lo que me parece más curioso es la obsesión que había por las perlas. Las perlas como material bordado como adorno hace años que no se ve en un traje de novia. Ahora son otros materiales tirando a los metálicos: la plata vieja, el oro viejo…
¿Qué suponen este tipo de colaboraciones para una firma como la tuya?
Supone que nos lo pasamos fenomenal, que es una anécdota a recordar y que por esta aventura he salido más en los medios que con el traje de doña Cristina cuando se casó (risas). Pero vamos, a nivel de cliente no supone nada. Es algo muy bonito, sobre todo porque le he hecho un favor a una buenísima e íntima amiga, una gran profesional y ser humano excepcional. No ha habido un antes y un después en mi carrera profesional. Los cuatro o cinco días que pasé con Sandy en Nueva York me lo pasé pipa. Estuve en la nave donde estaban preparando el vestuario, me dejó ir a ver alguna prueba con los extras, me enseñó las entrañas de la película. Fueron unos días muy bonitos. Más como experiencia personal que como profesional. Algo más que pones en tus recuerdos.
¿El cine puede ser uno de los mejores escaparates para la moda?
No, para nada. El mejor escaparate son las alfombras rojas pero el cine no. Muchas veces en montaje cosas que se han preparado para una película no han salido o que el personaje pueda asociar determinadas cosas menos agradables a tu marca. Yo no creo que en cuanto a la ropa sea clave. Luego está el product placement que es otro tema.
A nivel de ventas no es tanto como dicen. Determinadas firmas sí logran obtener un caché, como un plus, un poco de pedigrí a la hora de asociar determinadas películas a una marca.
Otra cosa son las películas que han logrado ser grandes promotoras de películas, que es un tema distinto. El ejemplo llamativo fue ‘Memorias de África’ que estuvimos padeciendo la feria safari cuatro años. Igual que con la original de ‘El Gran Gatsby’, ‘Bonnie & Clyde’, ‘El Golpe’ y la recuperación de los años 30.
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La noticia "Sandy dime qué hay que hacer y yo te hago el vestido de novia para El Lobo de Wall Street", entrevista con Lorenzo Caprile fue publicada originalmente en Trendencias por Natxo Sobrado.